LEY DE LA VIDA 1
Todo ocurre por alguna razón. A cada efecto le corresponde una causa específica. Aristóteles afirmó que vivimos en un mundo gobernado por una ley, no por el azar y que todo sucede por algún motivo, que podemos conocer o ignorar. En su opinión, todo efecto tiene una o varias causas específicas y, nos guste o no, toda causa o acción produce algún tipo de efecto, que puede ser visible o permanecer oculto al ojo o a la percepción humana.
La búsqueda permanente de la verdad, de las relaciones de causalidad entre los sucesos, ha fomentado el
despertar y la continua evolución de la ciencia, la tecnología, la medicina y la filosofía entre otros.
Esta ley afirma que el logro, la riqueza, la felicidad, la prosperidad y el éxito son efectos o resultados directos o indirectos de causas o acciones concretas, lo que significa que, en tanto en cuanto seamos capaces de tener claro el efecto o el resultado que deseamos alcanzar, existirán muchas probabilidades de que se haga realidad. En este sentido, bastará tomar como modelo a otros individuos que hayan conseguido el mismo objetivo y hacer lo mismo que hicieron.
El éxito no es un milagro ni una cuestión de suerte. Todo sucede por alguna razón, buena o mala, positiva o negativa. Cuando se sabe con seguridad lo que se quiere, lo único que hay que hacer es copiar las acciones u omisiones de quienes nos han precedido en su logro. Tarde o temprano, los resultados serán idénticos.
El pensamiento es creativo. Sus ideas constituyen la fuerza creativa primaria en la vida. Es usted quien crea el mundo mediante su proceso intelectivo. Todas las personas y situaciones que intervienen en su vida sólo tienen el significado que usted les dé al pensar en ellas. ¡Y, en ocasiones, al cambiar su forma de pensar, cambia su vida en cuestión de segundos!
Durante la mayor parte del tiempo, nos convertimos en lo que pensamos, todo lo que vemos o experimentamos es la expresión del pensamiento de la gente que subyace detrás de cada fenómeno. Lo que determina nuestra forma de sentir y de responder en cada situación es el modo de pensar en lo que nos sucede, no el suceso en sí mismo. No es el mundo exterior el que nos dicta las circunstancias o las condiciones de la vida, sino el interior.
El determinante fundamental de lo que somos y de aquello en lo que nos convertimos consiste en el modo de interpretar o de auto explicarnos las cosas. El estilo explicativo es un factor aprendido o no aprendido. La manera de explicarnos las cosas a nosotros mismos depende de nuestro estricto control. Así, podemos interpretar nuestras experiencias de tal modo que eso nos haga sentir felices y optimistas, en lugar de enojados o frustrados. Nuestra reacción puede ser constructiva y eficaz o todo lo contrario. Nos compete únicamente a nosotros decidirlo y somos libres de elegir.
Las ideas y los sentimientos están sometidos a cambios constantes y a la influencia de los acontecimientos de que se producen a nuestro alrededor. Cuando alguien nos da una buena noticia, de inmediato nos invade una sensación de euforia y nos sentimos más positivos hacia todo y hacia todos, mientras que, si la noticia es funesta e inesperada, automáticamente nos disgustamos, nos entristecemos y nos puede el desasosiego y mal humor, aun en el caso de que la noticia sea imprecisa o incierta. Así pues, es la forma de interpretar el suceso lo que determina nuestra respuesta.
Brian Tracy
